HISTORIA DE UNA MISIÓN EN UN SUBURBIO DE MOZAMBIQUE


HISTORIA DE UNA MSIÓN EN UN SUBURBIO DE MOZAMBIQUE: MUNHAVA

Antonio J. Aguilar Verdugo, Sacerdote Diocesano de Jerez;
Misionero en Mozambique por el I.E.M.E..
Nacido el 21 de Abril de 1963, en C/ En medio, 12; Puerto Serrano (Cádiz).

Cada ser humano es un mundo creado de interrelaciones personales acaecidas a lo largo de su corta o larga vida, de ahí que no pueda presentar un hecho aislado como el causante de mi vocación misionera para trabajar en Mozambique.

En mi vida ha influido fuertemente una niñez y adolescencia vivida en un marco rural andaluz, lleno de carencias y de esfuerzos de superación. Este recuerdo me hace sacar fuerzas y esperanzas cuando se me presentan retos que requieren de coraje y lucha para asumirlos. Creo que esta actitud se la debo a mis paisanos en ese lento proceso de socialización de las décadas de los sesenta y setenta fundamentalmente. A ello uno, en justicia, el peso que la teología ha tenido en mi formación personal. Con apellidos la llamamos Teología de la Liberación, pues no toda teología ha influido en la visión del mundo, del hombre y de Dios que hoy en día tengo. Esta formación teológica ha hecho trabajarme actitudes de solidaridad, de servicio, de donación… como los valores máximos de mi vida, como el sentido último de mi existencia, como la concreción de eso que llamamos amor. Y ya sabemos que por amor un hombre da la vida.



Llevaba años cuestionándome mi vida como sacerdote: ¿aquí o en misiones? Y mi deseo era irme a misiones, en concreto a América Latina, de preferencia Nicaragua/Perú, Cuba quedaba en la retaguardia ya que Fidel no dejaba entrar sacerdotes extranjeros por aquellos años.

En cuanto me planteaba mi futuro sacerdotal y recibía las pertinentes autorizaciones de las autoridades eclesiásticas, llegamos al año de 1999 y nos sorprenden las inmensas inundaciones que sufre Mozambique. Es ahí que me cuestiono ¿por qué no Mozambique? Hay dificultades añadidas: cultura muy distante y un entramado de lenguas para aprender. Pero el constatar que Mozambique ocupaba uno de los puestos más bajos según el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD me hizo afrontar con fuerzas e ilusión este nuevo reto. Es así que les comuniqué al Obispo de Jerez y al Director del I.E.M.E. mi deseo de trabajar en Mozambique.



El 14 de Diciembre de 2000 aterrizaba en el Aeropuerto Internacional de Beira, la segunda ciudad de Mozambique, justo en la Bahía del Canal de Mozambique. Tuve unos meses para conocer Mozambique e iniciarme en la lengua “chisena” (una de las 39 lenguas cooficiales). Tras un diálogo con compañeros misioneros, decidimos centrar mi trabajo en la ciudad de Beira, en el suburbio de Munhava (unos 120.000 habitantes en casas precarias, sin luz eléctrica, sin agua corriente, sin saneamientos; un zigzagueo de callejuelas que hacía imposible a un extraño entrar y volver a salir.

Unos meses necesité para asimilar lo que estaba contemplando: “¡esto no es pobreza, es pura miseria!” Era todo tan miserable que llegué a sentir repugnancia de lo blanco, de lo occidental, de lo europeo; de un sistema neocapitalista cruel que somete a seres humanos a un estado de vida infrahumano, tan lamentable como mísero.



Frente a ello observaba la actitud de la colonia blanca y árabe ante los negros, siempre sospechando y vigilando, acusándolos de ladrones y perezosos. ¿Cómo? Pregunto cuanto pagan a los empleados y me responden que unos 700 u 800 meticais al mes (unos 60 €uros al cambio, año 2001 posteriormente fue subiendo un poco y en el año 2008 que dejé Mozambique se cobraba en torno a los 100 €uros los sueldos más elevados). Para alimentar a sus hijos no pueden con los irrisorios sueldos que dan, las mujeres se ven obligadas a cultivar pequeñas extensiones de tierra para alimentar a la familia, fundamentalmente es cultivo de subsistencia: arroz, maíz y boniato.



*Ese peregrinar de mujeres con niños-bebes a las espaldas y la azada en la cabeza, muy temprano, saliendo para los campos y a la tarde de regreso con un atillo a la cabeza y la azada entrecruzada me hizo acercarme a esta realidad de la mujer en África, mujer de suburbio africano. Empecé a conocer una y otra historia, uno y otro drama de abandono, de vejación, de incapacitación… Lo primero que me sorprendió es que la mayoría de las mujeres no hablaban el portugués, lengua oficial de Mozambique. De ahí surgió mi primera actuación: el proyecto de Alfabetización de Adultos. A mediados de 2001, con la ayuda de dos señoras jóvenes (una de habla chisena y otra de habla ndaw) se inició la Alfabetización de Adultos con las mujeres del Barrio de Munhava.  Para el año de 2008, a mi regreso para España, superaban las 500 mujeres participando en los cursos de Alfabetización de Adultos impartido por las diferentes zonas del Barrio de Munhava.



*Con la llegada de los primeros huéspedes llegados de España, Ramón y Miguel, descubrí nuevas situaciones de los críos en el Barrio da Munhava. Aquellos visitantes llegaron hasta la casita de la “Fundação de Auxilio às Crianças Órfãs de Moçambique – FACOM” sita detrás de las barracas de una rotonda camino de Munhava-Matope (Rua Kruss Gomes), y me hablaron que habían comprado alimentos para aquellos críos que estaban recogidos por un pastor de una Iglesia Protestante. Llegué al local, días después, y comencé a preocuparme por la situación de los críos huérfanos en Munhava. Como colaborador del Pastor inicié un proyecto para financiar la construcción de una nueva casa para los críos huérfanos de la “Fundação de Auxilio às Crianças Órfãs de Moçambique – FACOM”. En aquel entretiempo que va de la elaboración del proyecto hasta encontrar donadores en España para financiarlo, surgió algún problema entre los Pastores de aquella Iglesia (algo no iba bien con las ayudas que recibían de Sudáfrica) y llevaron los críos que tenían a otro lugar un poco oculto.



A partir de estos movimientos extraños decidí presentar mi intención de ayudar a los huérfanos a un grupo de señoras organizadas en las “Mães Legionárias” perteneciente a la Parroquia de Munhava. Fueron ellas las grandes colaboradoras que encontré para elaborar la primera estadística de críos huérfanos residentes en Munhava de edades comprendidas de los cero a los catorce años. Recorrimos todos los rincones de Munhava, de zona a zona, y encontramos a 189 críos huérfanos en esas edades.

Aquel primer proyecto lo reelaboré e hice un nuevo proyecto para ejecutar en los terrenos de la Parroquia, a lo que se unía un problema de ocupación del quintal por parte de la “Escola Primaria 25 de Junho”, por las barracas que habían construido detrás del Mercado Central de Munhava, la defecación al aire libre, el pantano que cubría gran parte de quintal... Lo primero que tuve que hacer fue la construcción de un muro alrededor del quintal para desocupar el quintal y evitar nueva ocupaciones. Al mismo tiempo había que ir aterrando aquellos pantanos. Todo se hizo con la ayuda de una ONG andaluza llamada “Esperanza para Mozambique”, y presenté un proyecto a Manos Unidas en 2.002.



En Abril-Mayo de 2.003 participé en la Asamblea del Instituto Español de Misiones Extranjeras en Madrid y al finalizar visité a la familia, tuve la posibilidad de presentar a un buen número de gente la situación de Munhava y el empeño por construir un orfanato en la Parroquia de São José da Munhava. Entre las personas que asistieron a la presentación estaban algunos representantes de la ONG “Siloé”, con sede en Jerez de la Frontera.

A mi regreso a Mozambique recibo la noticia de que Manos Unidas financia la construcción del orfanato. Nada más recibir el primer dinero iniciamos las obras con un constructor local “Construções Mussalafo”. Encontramos muchas dificultades para realizar la cimentación de la cocina-comedor y del dormitorio.

Mientras la construcción llevaba su ritmo, iniciamos el trabajo de preparar a las futuras señoras que iban a trabajar en el Orfanato con los críos huérfanos de Munhava. Escogimos a mujeres viudas procedente de las diferentes zonas de Munhava para formar la futura plantilla de las trabajadoras del Orfanato Siloé.

De los 189 críos localizados hicimos una primera selección, después de hablar con las Mães Legionárias, seleccionamos los 52 críos huérfanos en situación más crítica debido a la enfermedad que sufrían algunos de ellos o bien debido a la falta de apoyo de las familias (huérfanos/meninos da rua), o bien debido a que la encargada del crío era una abuela muy mayor sin fuerzas para cultivar.



Estos fueron los criterios que tuvimos en consideración al inicio del Orfanato: ayudar a los críos huérfanos de Munhava y ayudar a las viudas de Munhava al mismo tiempo.

Sin terminar la construcción del dormitorio nos sorprende la grata noticia que nos llega desde a ONG Siloé: ellos recibieron ayuda de la Caja de Ahorros de San Fernando de Sevilla/Jerez para construir un orfanato. Entonces continuamos ampliando la construcción, duplicamos el aterro con la ayuda financiera de “Esperanza para Mozambique”, y con los fondos procedentes de “Siloé” iniciamos un segundo dormitorio y una lavandería-hospedería. En ese mismo tiempo tenemos nuevamente otra buena noticia para la Parroquia de São José da Munhava: la ONG “Siloé” se compromete a financiar los gastos del Orfanato, y con un convenio a tres bandas firman el compromiso de garantizar la buena marcha del proyecto con críos huérfanos de Munhava/Beira el Arzobispo de Beira, la Provincial de las Religiosas de São José de Cluny y la Presidenta da Asociación Jerezana de Ayuda a los Enfermos de Sida “Siloé”.

Los primeros 52 críos (26 niños y 26 niñas) que acogimos, con la autorización de su familiar más directo, aquellos que vivíam lejos nos desplazamos hasta encontrarnos con ellos y presentarles nuestro objetivo para con los críos huérfanos, no hacíamos nada por los críos si el familiar más directo no autorizaba. Con este compromiso del familiar le comprometíamos a que el crio fuera todos los sábados con la familia y regresara el domingo, lo que ayudo a muchos a recuperar los lazos de familia rotos tras la orfandad. Teníamos 10 infectados con el virus del sida, con diferentes graduaciones, varios debían recibir el tratamiento de retro-virales y llevar un seguimiento de la enfermedad. Resolvimos este asunto gracias a la colaboración de la Comunidad de Santo Egidio (ONG italiana) establecida en el Hospital de la Manga-Chingussura.

Una vez concluida la segunda fase de la construcción dimos entrada a otros 52 críos huérfanos, algunos vinieron de la Manga (Chingussura y Mascarenha) ya que nos presentaron la crítica situación en la que vivían los miembros de Santo Egídio.

*Paralelamente al trabajo con niños huérfanos, en los primeros meses de mi llegada a Mozambique, se inició el trabajo con críos de unos cuatro a siete años, aproximadamente. Las madres se llevan al más pequeño a las espaldas, al resto lo dejan en el barrio al cargo del más mayorcito de ellos. Todo el día están deambulando de acá para allá y el mayorcito reparte disciplina como entiende. Viendo que podríamos hacer para quitar a esos niños de aquellas callejuelas creamos con los jóvenes de la Parroquia una acogida en el periodo de mañanas que le llamamos “À Sombra da Criança”. Cuando llevábamos un año trabajando con los críos llegó una religiosa que se interesó mucho por este trabajo de los jóvenes de la Parroquia y elaboramos nuestro primer proyecto que fue concedido para principio de 2003 que comenzó a funcionar la primera Guardería Infantil de Beira: el “Infantário Esperança”, financiado con fondos de la ONG Andaluza Esperanza para Mozambique. Actualmente, en el año de 2011, se cuenta con 457 críos en nuestras guarderías repartidas por todo el territorio del barrio de Munhava.



*Desde los inicios de mi llegada a Mozambique me preocupó la dificultad que encontraban los jóvenes de Munhava para poder continuar con sus estudios en la enseñanza secundaria. En el barrio contábamos con cuatro Escuelas de Primaria y ninguna de Secundaria (Instituto). La primera reacción fue ayudar a aquellos jóvenes que mostraban un deseo firme de continuar sus estudios. Con la ayuda de Esperanza para Mozambique le comprábamos bicicletas para facilitarles el acceso a la Escuela de Secundaria distante unos cinco o seis kilómetros del barrio. Un problema añadido era la dificultad para matricularse, pues aunque la enseñanza es libre y universal, la carencia de plazas hace que los profesores tengan poder de decidir quien accede a la plaza (las salas albergan a ochenta o más alumnos), igualmente, la no posibilidad de comprar cuadernos, lápices, bolígrafos, compás, etc. Desde la Parroquia comenzamos a facilitarle la matriculación, medio de locomoción, material didáctico, en contrapartida ellos nos ayudaban en los trabajos de alfabetización de las mujeres y en la acogida de los críos en la guardería. Al mismo tiempo íbamos construyendo salas que para Enero de 2008 se abría oficialmente la Escuela de Secundaria de São José da Munhava, en tres turnos diarios (mañana, tarde y noche) superando los mil ochocientos alumnos de secundaria en su primer año.



*Hay otras actuaciones más puntuales, como la construcción de viviendas, la ayuda con alimentos, la compra de ataúdes, etc., que dejamos para otra ocasión.


El objetivo fundamental de mi ida a Mozambique fue el acompañar el proceso de un pueblo machacado por decisiones políticas que dividieron nuestro mundo en dos durante décadas; por la falta de instrucción de sus gentes; y por las cíclicas catástrofes naturales (inundaciones y sequías).

Sin tener el poder de efectuar el milagro, si puedo decir que en el caos de aquel suburbio conformado en el barrio de Munhava, surgió un mínimo de ordenación: las mujeres analfabetas comenzaron a aprender a leer y escribir; los niños huérfanos son acogidos y acompañados hasta su mayoría de edad; los críos en edades no escolar son atendidos por monitores el tiempo que sus madres están cultivando en los campos; los jóvenes tienen accesos a la enseñanza secundaria. Es decir, en Munhava hay esperanza en un mañana mejor, cualitativa y cuantitativamente.

Los diferentes proyectos que se iniciaron en Munhava (Mozambique) continúan su marcha y al frente de cada uno contamos con hermanas de São José de Cluny que velan por el buen funcionamiento de los mismos.

A esta labor apasionante de la promoción humana y la ayuda al desarrollo, hay que unir la razón principal por la que viajé hasta Mozambique y por la que permanecí allí hasta que fuerzas mayores me obligaron a regresar a España: la evangelización. El anuncio del Evangelio es la razón fundamental de mi vida y de mi ministerio, como sacerdote y misionero vivo para evangelizar. Aquella Parroquia de São José de Munhava llevaba años atendida pastoralmente por presencia puntuales de los Padres Combonianos de la Parroquia de Alto da Manga, y hacían más de lo que podían. El fijar mi residencia en el Barrio de Munhava (unos de 120.000 habitantes) y dedicarme exclusivamente a la Parroquia resurgió la vida de las Pequeñas Comunidades Cristianas. Las continuas visitas a las zonas, las celebraciones eucarísticas en portugués, en chisena y en chindaw vitalizó la Parroquia que en pocos años superaba los 3.500 catecúmenos adultos. Cada Vigilia Pascual era esperada como el gran acontecimiento en la vida de la Parroquia: venidos de las diferentes Comunidades Cristianas acompañaban a los 450 neo-cristianos (aproximadamente por años) un gran número de cristianos, juntándonos más de 5.000 personas en la Vigilia Pascual celebrada al aire libre en el patio de la Parroquia. Una liturgia viva y vivificante, la liturgia africana, me ayudó a redescubrir el sentido hondo de una liturgia que no es rito sino que es religación del hombre con su Dios.



En esta Iglesia joven africana los misioneros debemos multiplicarnos para dar abasto a tan ingente demanda, pero nunca llegamos. Buscando lo esencial y no lo urgente, aunque equivocándome, siempre le di prioridad a la formación de los laicos con cierta incidencia a la formación de los catequistas que son las auténticas “parteras” de la Iglesia con el auxilio del Espíritu Santo.



Entre estos quehaceres sociales y pastorales volaron los ocho años más bellos e intensos de mi vida sacerdotal y misionera. Ahora estoy en la retaguardia, por fuerza mayor, a la espera de un día volver a algún rincón de este mundo donde aún no es conocido suficientemente el nombre de Jesucristo, Nuestro Señor y Salvador.

Antonio J. Aguilar Verdugo

3 comentarios:

pacogonzalez dijo...

UN BUEN Y GRAN TRABAJO DE ANTONIO AGUILAR, NOSOTROS LO HEMOS PODIDO COMPROBAR Y VIVIR IN SITU Y NOS SENTIMOS GRATIFICADO DE PODER HABERLE AYUDADO Y SEGUIR...

ROSALIA Y PACO

Anónimo dijo...

Me gustaria colaborar c0n trabajo, estuve como voluntario en 1994, soy Trabajador Social, vivo en Ecuador.

Anónimo dijo...

jaimesalvadorunvecuador@hotmail.com